Fecha Publicación: 25-06-2024
Existen numerosas evidencias que apuntan a una posible restauración autoritaria en el país. La personalización de los programas sociales, la intervención masiva del gobierno en las pasadas elecciones, y el intento por destruir el Poder Judicial son solo algunas muestras en ese sentido. En este contexto de creciente autoritarismo, cabe preguntarnos si Morena se convertirá en un partido hegemónico, conduciéndonos así a un pasado que muchos creían superado.
De acuerdo al gran teórico italiano, Giovanni Sartori, con un partido hegemónico no existe la competencia electoral, aunque hay partidos de oposición que sirven para darle legitimidad al partido hegemónico. Es el México del siglo pasado, donde bajo el régimen autoritario priista no había realmente competencia electoral ni alternancia política. Por otra parte, y de acuerdo al mismo autor, un partido predominante existe en un sistema electoral competitivo, ya que todos los partidos políticos tienen posibilidad de acceder al poder, aunque un mismo partido gane continuamente. Es el caso del Partido Socialdemócrata Sueco, que gobernó el país de 1936 a 1973, en un contexto de competencia electoral y posibilidad de alternancia política.
La democracia mexicana implicó pasar de un sistema no competitivo de partido hegemónico a un sistema competitivo multipartidista. Sin embargo, hoy ya vivimos bajo un sistema competitivo, pero de partido predominante: aunque Morena no ha gobernado por mucho tiempo, tendrá amplia presencia con 24 gubernaturas, mayoría en 22 congresos locales, y mayoría calificada en la Cámara de diputados y, probablemente, en el Senado. ¿Estamos por pasar a un sistema de partido hegemónico, de nuevo? No lo podríamos descartar. El país carece de raíces democráticas, y hemos tenido regresiones autoritarias en el pasado: la primera, de la República Restaurada (1867 – 1876) a la dictadura porfirista; la segunda, de la democracia maderista a la autocracia priista. Lo que es seguro es que existe un empeño en amplios círculos Morena, y de parte del presidente mismo, para alcanzar la hegemonía partidista.
Como nunca había sucedido, la estructura de un partido político fue la responsable de manejar los programas sociales, y estos fueron usados para promocionar la imagen del presidente como el gran benefactor. Como no sucedía desde los tiempos de la hegemonía priista, hubo una intervención masiva e ilegal por parte del Estado mexicano para posicionar y hacer ganar a la candidata del presidente de la República.
Y como nunca habíamos visto, el presidente y su partido se proponen terminar con la pluralidad política con la eliminación de los legisladores plurinominales, romper con la equidad en las elecciones con la designación por voto popular de los consejeros electorales, y cesar la división de poderes con la elección de jueces, magistrados y ministros de la Corte. Si esto último sucede, significaría el fin de la competencia electoral, y haría básicamente imposible la alternancia política.
Mucho indica que Morena tiene la intención de alcanzar hegemonía política. En ningún lugar está escrita su imposibilidad. Eso sí, regresará como una versión mucho más burda que aquella del pasado.
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