Fecha Publicación: 24-06-2024
El mundo atraviesa por un momento de enormes riesgos. Se extiende la percepción de que los conflictos armados en Ucrania y Gaza, lejos de resolverse pronto, podrían escalar hacia países vecinos. Al mismo tiempo, crecen las tensiones en el estrecho de Taiwán y en el mar del sur de China. Hay una sensación de que un error de cálculo, una percepción errónea, o una falla en los sistemas de ciberseguridad, podría desatar conflictos mayores. Las Naciones Unidas se muestran impotentes para resolver estas situaciones porque sus protagonistas son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad que, con su poder de veto, paralizan a la Organización.
El aumento de las tensiones internacionales tiene efectos negativos en todo el mundo. Muchos países incrementan sus gastos en seguridad y defensa, y se refuerzan los controles fronterizos por temor a ataques terroristas. Pero la consecuencia más grave es la reducción de la colaboración internacional para enfrentar los grandes retos globales, que ningún país puede resolver en forma aislada, como son el cambio climático y las pandemias.
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