Fecha Publicación: 04-06-2024
El domingo acudí dos veces a votar. En la primera las largas filas me obligaron a interrumpir mi propósito, pues tenía una cita con Sergio Sarmiento y Lupita Juárez para hablar en su programa de radio acerca de la jornada. En el segundo intento tuve más suerte, si bien implicó casi dos horas de fila. Todos mis vecinos son cordiales, amables, correctos. Los funcionarios de casilla en la actitud ejemplar que siempre los caracteriza, yo digo que son el verdadero ejército de la democracia.
Voté una parte con el corazón, otra con el estómago y otra con el cerebro. Hay personajes cuya mera presencia en la vida pública me parece invaluable, indispensable: tal es el caso de la maestra Ifigenia Martínez, icono de la izquierda y sus luchas democráticas, mujer ejemplar, y ojalá futura diputada federal. En otros casos sí medité mucho mi voto, poniendo pros y contras en la balanza. Y el estómago intervino en algunas otras boletas en las que simple y sencillamente me dijo que NO podíamos votar por uno que otro personaje tóxico y nocivo.
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