Publication Date: 30-04-2024
Las fuentes del poder político en México han cambiado. La razón fundamental es el cambio del régimen político mexicano, al pasar de uno autoritario a otro democrático. Nadie ha capitalizado mejor ese cambio que el presidente López Obrador, y surge la pregunta de si le será posible dejar ese poder en caso de que su sucesora, Claudia Sheinbaum, llegue a la presidencia.
México se transformó a raíz de su democratización. Esos cambios también afectaron las fuentes de poder de la clase política. Si la Constitución de 1917 permitió la reelección de diputados federales y senadores, en 1933 –justo en los años de consolidación del régimen autoritario priista– se prohibió con el fin de dotar de más poder al presidente de la República y tener mayor control sobre las élites políticas. México engendró un sistema político altamente centralista, con un presidente con facultades metaconstitucionales y una clase política servicial ya que su futuro político dependía de las élites políticas en Ciudad de México. En resumen, México era “una monarquía, absoluta, sexenal, hereditaria por vía transversal”, en palabras del gran Daniel Cosío Villegas.
Con la caída del régimen autoritario, el poder político se pulverizó y diseminó por todo el país. Tanto el federalismo como la democracia, largamente pospuestos ante las tradiciones centralistas y autoritarias del país, se pusieron en práctica por primera vez en nuestra historia. Con esta nueva realidad, los estados llegaron a transformarse en feudos, con gobernadores autoritarios que tenían pocos o nulos contrapesos en su interior. El crimen organizado rompió con los controles largamente ejercidos por el gobierno federal, aumentando su presencia a lo largo y ancho del país. Y, ciertamente, también surgieron partidos políticos locales y nacionales, donde políticos comenzaron a hacer política en la periferia para posteriormente tomar la Ciudad de México. Son los casos de Vicente Fox y López Obrador, donde el primer gobernó Guanajuato para posteriormente llegar a la presidencia, y el segundo fundó su propio partidos político para ulteriormente llegar al mismo destino.
El verdadero poder político proviene de los votantes. Solo los políticos que cuentan con una base de apoyo popular pueden presumir de tener genuino poder político. Esa base fue la que le permitió a Vicente Fox tomar el Partido Acción Nacional (PAN) y usarlo para tomar la presidencia de la República. Esa base fue la que también le permitió a López Obrador hacerle frente al intento de desafuero como jefe de Gobierno, apropiarse del Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundar Morena y amasar el poder que hasta hoy ha mantenido.
El problema es que trataron de gobernar usando sus bases e ignorando los canales institucionales propios del gobierno. Y sus gobiernos, en mayor o menor medida, fracasaron. Lázaro Cárdenas, aunque en un contexto autoritario, construyó base social pero también canales institucionales para ejercer el poder. Y se retiró al salir de la presidencia. Eso no sucederá con López Obrador y su sucesora, en caso de llegar al poder.
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