Fecha Publicación: 19-04-2024
En las próximas elecciones presidenciales y legislativas, la conducción de las relaciones internacionales, la formulación y ejecución de la política exterior dirigida por el presidente López Obrador, no estarán entre las consideraciones principales de los electores. Las repercusiones que las relaciones con el exterior tienen sobre el proyecto nacional, los imperativos de la política internacional, así como las profundas e inciertas transformaciones globales en curso, a pesar de su enorme importancia, no figurarán sino tangencialmente en la contienda electoral. Como ocurre en otros países, no gravitarán al decidir quiénes recibirán el mandato popular para asumir la compleja responsabilidad de gobernar el país, pero también para conducir con visión y responsabilidad los asuntos del Estado, defender y promover los intereses nacionales.
Serán otras las consideraciones: las de la seguridad interna, las del crecimiento económico, el empleo y el comercio, las de la transición energética y la emergencia climática, las de los servicios de la salud y la educación pública, que se entrecruzan de manera transversal con la política exterior. Sin embargo, esos imperativos, repercusiones y transformaciones mundiales reclamarán en unas cuantas semanas un conjunto de importantes definiciones sobre cuál será el lugar de México en el mundo —¿con el Sur Global o entre las potencias emergentes, en América del Norte o con una parte de América Latina y el Caribe?— y demandarán la toma de importantes decisiones sobre nuestra conducta, peso e influencia en la vida internacional frente a múltiples conflictos y crisis presentes y futuras. Es urgente y necesario que se cobre mayor conciencia, en la opinión pública y más allá de ella, manteniendo una altura de miras sobre la importancia que las realidades y determinantes internacionales tienen y tendrán para el futuro de México.
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