Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2024-04-26 10:46

MUNDO SIN PARAGUAS

Fecha Publicación: 19-03-2024

Este texto fue publicado en la revista Siempre.

En política mundial no hay generación espontánea. Los hechos son producto de dinámicas de acción-reacción, que estimulan el surgimiento de condiciones fértiles para el desarrollo y la cooperación o, en sentido inverso, la crisis, la tensión y la guerra. En la compleja coyuntura actual, cuando hace agua el orden liberal y no sale a flote un arreglo multilateral alternativo, la posguerra fría propicia, en sentido real, la caída, repliegue o redefinición de la presencia e influencia de las potencias en los eventos mundiales. De esta manera, se ha configurado un inédito y peligroso escenario de desequilibrio e incertidumbre, que plantea retos a la paz y seguridad internacionales porque pone en entredicho los paradigmas que, durante décadas y con altibajos, sostuvieron las alianzas y acomodos que impidieron una conflagración universal.

En este contexto, se puede identificar la raíz de conflictos como los que aquejan a Ucrania y Gaza, que por sus propias características y por el interés que despiertan en la opinión pública, ocupan un lugar prominente en la agenda global. Ambos casos son testimonio de los riesgos que derivan de la indiferencia ante contiendas que, por sus componentes históricos y políticos, están radicalizadas y tienen proyección extra regional. En efecto, el reacomodo de hegemonías tradicionales y la competencia entre las emergentes, abre la puerta a este tipo de diferendos, cuya solución es de marcada complejidad diplomática porque rebasa a los actores principales, polariza a la comunidad mundial e incita desconcierto sobre la mejor forma de abordarlos, ante el burocratismo paralizante de la ONU y la atrofia política de su Consejo de Seguridad.

Para los académicos, no es fácil conceptualizar estas dinámicas. Su originalidad no permite compararlas con sucesos acaecidos en el pasado, porque la confusión en el rumbo es resultado natural del divorcio entre la narrativa de la globalización virtuosa y la realidad concreta, en este caso, la pobreza galopante, el aislacionismo y proteccionismo de muchos países y la falta de interés en reformar al sistema multilateral para que sea representativo del balance de poder vigente. A diferencia de otros tiempos, cuando se identificaba con nitidez a las naciones hegemónicas y su contribución a la estabilidad internacional, ahora hay polémica acerca de cuál o cuáles son los países que cuentan con la legitimidad y poderío suficientes para influir en los acontecimientos mundiales.

Aunque con sus matices, porque Estados Unidos sigue teniendo un gran peso, hay quienes estiman que al periodo actual se le puede denominar como “era post-EUA”, debido a que la Unión Americana ha perdido calibre y su diplomacia es errática e inconsistente. El tema requiere análisis, pero de ser cierta esa presunción, por primera vez desde el Congreso de Viena (1815), del Concierto Europeo (S.XIX), de la Paz de Versalles (1919) y de la Conferencia de San Francisco (1945), la convivencia internacional prescinde del equilibrio entre potencias y, por lo mismo, del paraguas de protección que esa condición ofrece a un mundo que hoy insiste en coquetear con el cambio violento y sus fatídicas consecuencias.

Participación en la revista Siempre