Fecha Publicación: 06-03-2024

Desde un principio hubo temores fundados de que la guerra entre Hamás e Israel trascendiera inevitablemente al Líbano. Sobre todo, por los antecedentes históricos y las confrontaciones recurrentes después de la guerra de 2006. Muchos analistas dieron por anticipado que los ataques terroristas ejecutados por esa facción palestina el 8 de octubre, y los subsecuentes bombardeos aéreos incesantes y la desproporcionada ofensiva israelí en Gaza impactarían en forma directa la estabilidad en los países árabes limítrofes, Egipto, Siria y Jordania. Que incidirán también de manera directa en la frontera sur del Líbano y el norte de Israel, considerando el estado de guerra que ambos países mantienen. En particular por el rol protagónico, la importancia política y la capacidad militar de Hezbollah y su reconocida y militante afinidad ideológica con Hamás, siendo ambos movimientos de vanguardia en la resistencia a la ocupación israelí. A nadie sorprendió que el lanzamiento de cohetes y misiles diera comienzo al día siguiente, abriéndose rápidamente otro frente de guerra, de menor intensidad, entre aquellos libaneses que respaldan y defienden la causa palestina y aquellos israelíes que estiman necesario pasar a la ofensiva con fines preventivos.

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