Publication Date: 04-03-2024
Acabo de recibir un reporte emitido por el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), un importante centro de estudios en Israel. El reporte habla acerca de las metas de ese país en cuanto a la guerra en Gaza y evalúa las estrategias que se han implementado para lograr esas metas. Paralelamente también recibí un texto acerca de la estrategia narrativa que está tejiendo Hezbollah y cómo espera movilizar “la ira de Occidente contra Israel”. Al margen de las legítimas opiniones personales que se puedan tener acerca de toda esta conflictiva o de las partes beligerantes, el análisis frío de este tipo de discursos es un paso indispensable en el campo de los estudios de paz y seguridad. El estudio de las distintas formas de violencia, los contextos que las facilitan y la forma como los estados responden ante esas violencias (revisar por ejemplo el Índice Global de Terrorismo del IEP), no buscan justificar o ignorar sus consecuencias humanas. Al revés, entender los factores psicológicos, simbólicos, políticos o narrativos que se encuentran detrás de esas conductas son pasos indispensables para aprender y quizás prevenir este tipo de situaciones en el futuro. Dedico las siguientes líneas a entrelazar los dos textos que refiero, intentando explicar algunas de las omisiones de la narrativa militar y los riesgos en los que esa línea discursiva incurre.
1. Desde la perspectiva estrictamente militar, el shock recibido por Israel tras los atentados fue y está siendo leído como una amenaza existencial y un tema seguridad nacional al más alto nivel. La razón de ello, como nos explica el informe del INSS, no es porque Hamás o la Jihad Islámica por sí solas tengan la capacidad de destruir a ese país (a pesar de que en sus metas así lo expresen), sino por el mensaje de debilidad y vulnerabilidad que Israel proyectó con esos sucesos hacia todos sus otros enemigos regionales, especialmente Irán y sus aliados.
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