Fecha Publicación: 08-01-2024

El 2024 será un año en que, por una casualidad que no se repetirá hasta dentro de casi tres décadas, más de la mitad de la población mundial tendrá que ir a las urnas para diferentes elecciones que se llevarán a cabo en 76 países. A la incertidumbre que veremos este año, como consecuencia de los reacomodos de poder y el debilitamiento de los acuerdos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, debemos sumar los múltiples procesos de pronóstico reservado que pueden cambiar el destino de la política global.

Algunos de los procesos que viviremos este año no presentan grandes posibilidades de cambio, como es el caso de la más que probable victoria de Putin en el proceso de elección que habrá en marzo, con el que tratará de cubrir de legitimidad su dictadura en Rusia, el proceso que enfrentará Narendra Modi en mayo, con el que probablemente ganará un tercer mandato en India o las elecciones a las que acudirá Nayib Bukele en febrero, en donde sin importar que la Constitución le prohíbe la reelección consecutiva, el control que ejerce sobre las instituciones de El Salvador le da casi la certeza de su victoria. En estos casos veremos la profundización de la centralización de poder y la consolidación de sistemas en los que las oposiciones han sido relegadas o abiertamente eliminadas.

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