Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2024-04-27 02:26

ACAPULCO

Fecha Publicación: 30-10-2023

Es triste reconocer que Guerrero tiene un gobierno que pudo estar ausente un día completo en la tragedia más terrible que ha vivido la ciudad en el siglo. Es triste ver cómo su alcaldesa y gobernadora, ambas del mismo partido, pasan más tiempo en ejercicios cortesanos descubriéndose ante el presidente, que atendiendo a sus gobernados. Igualmente triste es que la alcaldesa de Chilpancingo celebrara su informe con fuegos artificiales cuando el puerto no tenía luz, ni la tendrá cabalmente hasta el miércoles. En Guerrero el gobierno local opera para cosas diferentes de la administración pública.

En el ámbito federal queda claro que el Presidente no tiene empatía con las víctimas, tampoco le gustan las malas noticias. A él le agrada presidir el club de los optimistas y cuando la suerte cambia, como ahora el infortunio azotó al puerto, prefiere combinar diversas maniobras distractoras. La crisis muestra dos rasgos de su personalidad. El primero es enfocarse en lo que se dice de él, más que en la propia tragedia. Habló el jueves de su abrumadora popularidad ¿qué puede haber más importante? Y en su alocución del fin de semana de 24 minutos, los cuatro primeros los dedicó hablar de lo que Fox decía y de la voracidad de los conservadores; la partitura conocida. El segundo es que cada vez que se siente acosado por la realidad prefiere resucitar trillados agravios. El viernes repitió, por enésima vez, que una señora lo insultó en Santa Fe hace 20 años. No lo supera; dedicó más de 15 minutos a hablar de España cuando el tiempo efectivo de los noticieros estaba centrado en la tragedia. En medio de la convulsión acapulqueña reportando cerca de 40 muertos el único nombre propio que le vino a la mente es Krauze, León o Enrique a los que se refirió con tonos de Hugo Wast. El presidente solo piensa en él, todo lo demás es circunstancial y prescindible.

Sigue leyendo aquí