Fecha Publicación: 30-06-2023
Fue una solución simple para un problema innecesariamente enrevesado.
La decisión de que México entregue a Chile la presidencia pro-tempore de la Alianza del Pacífico (AP) para que el régimen de Santiago la ceda a Perú, el primero de agosto, eliminó obstáculos y sobre todo, allanó caminos para retomar lo que cada vez más parecía un rumbo perdido.
Hace menos de 10 años la Alianza del Pacífico era la respuesta latinoamericana a la urgencia de ver hacia la cuenca del Pacífico, y un serio competidor al proteccionismo de la Unión de Naciones de América del Sur (Unasur), auspiciada por el Brasil, de Luiz Inácio Lula da Silva, y la Venezuela, de Hugo Chávez. En los últimos años, las metas de varios de los integrantes de la AP cambiaron: México, Chile y Colombia tienen ahora gobiernos que se declaran progresistas o de izquierda. Pero igualmente, la importancia económica, comercial y geopolítica de la cuenca del Pacífico se acrecentó, y las necesidades de integración regional se multiplicaron.
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