Fecha Publicación: 27-01-2023

Era abril de 2016, el entonces primer ministro de Islandia, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, cortaba de tajo una entrevista que daba en exclusiva para la BBC. Molesto, reclamaba a los entrevistadores haber sido objeto de una trampa mientras salía de la sala, con la cara roja del enojo. ¿Qué fue lo que molestó tanto al jefe de gobierno de uno de los países más ricos y pacíficos del mundo? Eran los años posteriores a la terrible crisis financiera que enfrentó el mundo en 2007 y 2008. Islandia fue uno de los países más afectados por aquella crisis. Sus bancos se fueron a la quiebra y con ellos los islandeses vieron con horror cómo su dinero desaparecía de sus cuentas bancarias en un abrir y cerrar de ojos. Cómo, de la noche a la mañana, lo perdían todo, el trabajo de toda una vida perdido por unos cuantos defraudadores que provocaron una de las peores crisis financieras que hayamos vivido.

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