Fecha Publicación: 10-10-2022

Los conflictos de alta intensidad y las narrativas que los acompañan exponen al menos dos fenómenos de alto impacto internacional: el uso de las comunicaciones para incidir en los conflictos y la sobreposición de un conflicto sobre otras coyunturas. El primer fenómeno ha sido ampliamente analizado, el segundo oculta piezas fundamentales del escenario internacional que no pueden ser subestimadas. Quizá esa ha sido la historia de los Balcanes en las últimas décadas, mientras la crisis en Ucrania continúa, las complicaciones económicas, sociales y culturales incrementan mundialmente, y otros conflictos de diferentes grados de intensidad apenas comienzan.

El final de la Guerra Fría tuvo varios significados, y en los Balcanes representó el prólogo de historias de guerra. La desintegración de Yugoslavia fue uno de los eventos más violentos de este proceso, desencadenando guerras en Bosnia y Croacia, campañas de larga data en Albania y Serbia en la década de 1990, y en Albania y Macedonia del Norte los primeros años del siglo XXI. Adicionalmente, fue el inicio de un dominó de 3 décadas de alternancias entre confrontación y tregua que envuelven a Serbia y el movimiento de independencia de Kosovo, conflicto latente que representa una de las últimas efigies en pie del muro de Berlín. En este último caso, la escalada de tensiones reciente no ha sido contenida a pesar de las mediaciones de la Unión Europea. Por su parte, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha endurecido su posición progresivamente, incluso mencionado la posibilidad de una nueva intervención.

Sigue leyendo aquí