Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2024-04-19 00:39

PRESERVAR A AMÉRICA DEL NORTE

Fecha Publicación: 02-09-2022

Los desacuerdos entre socios económicos son frecuentes y los tratados prevén mecanismos para solucionarlos. Sin embargo, no se debe pensar que todas las controversias son iguales, ni tampoco de rutina. Resolver la actual disputa en el marco del T-MEC por la política energética de México es fundamental para el futuro de América del Norte como región.

En el contexto de la transición energética, un proyecto norteamericano disociado del sector energético tendría una importancia marginal. El uso de fuentes renovables y la descarbonización son ya el punto de partida de toda estrategia de desarrollo, justicia social, innovación y seguridad. Si México se aísla en ese ámbito quizá pueda seguir aprovechando la vecindad al mercado estadounidense para atraer manufactura, pero difícilmente generará bienestar para la población mediante un mayor valor agregado en su producción y exportaciones.

El desarrollo de sectores de punta requiere, entre otros factores, marcos jurídicos armonizados y condiciones para reducir la huella de carbono de manera costeable. Acordar reglas claras e incluyentes genera certidumbre. El pragmatismo ayuda en lo inmediato, pero sólo con una visión estratégica compartida se aprovechan las oportunidades de largo plazo.

La mejor vía para asegurar que la integración norteamericana siga siendo motor de la economía mexicana durante décadas es llevar a buen puerto las consultas que Estados Unidos y Canadá iniciaron con México. El tratado da una ventana inicial de setenta y cinco días que concluye en octubre. Sin embargo, los gobiernos pueden acordar extender el plazo y hacer de la Cumbre de Líderes de América del Norte, anunciada para fin de año, una buena oportunidad para cerrar un acuerdo amplio.

Si el diferendo sigue abierto en enero, el contexto se irá complicando cada vez más. El fallo de un panel convocado entonces llegaría hacia el verano, cuando Morena ya habrá definido su precandidato presidencial. De imponerse aranceles de represalia, pudieran entonces estar en curso debates entre precandidatos presidenciales de los partidos estadounidenses. Un proceso que se extienda al máximo, con el panel revisando la validez de esas medidas, concluiría con la precampaña presidencial mexicana en marcha y a punto de iniciar las elecciones primarias del otro lado de la frontera.

Esperar que la agenda bilateral no se politice en esas condiciones es pedir demasiado. Apostar que los gobiernos que resulten electos podrán reencauzar fácilmente la cooperación no es buena idea. Incluso si ése fuera su objetivo prioritario, tendrían poco tiempo para hacerlo porque en 2026 entrará en operación el proceso de revisión que se incluyó en el T-MEC para decidir si el texto continúa en vigor o se da por terminado.

Se dice que un mal arreglo es mejor que un buen pleito. Sin embargo, en este caso, por tratarse de un asunto estructural, las soluciones parciales no serían efectivas. Los socios regionales necesitan una visión de futuro compartido o seguirán caminos divergentes. Las economías de la región están en reconfiguración y el crecimiento de mañana se construye hoy. La ventana de oportunidad se cerrará pronto.

Las sociedades debemos revalorar la cooperación regional e insistir con urgencia en que debe alcanzarse un buen arreglo. Tanto el TLCAN como el T-MEC fueron impulsados por amplias coaliciones trinacionales, con un muy destacado y prominente activismo del sector privado. Es clave un esfuerzo similar para seguir avanzando por este camino. Sólo así se asegurará no sólo la continuidad del marco jurídico, sino de la visión de prosperidad compartida en que se basa.

El autor es consultor y antes sirvió en el Servicio Exterior Mexicano. Coordina el Programa de América del Norte en el Consejo Mexicano de Asuntos Exteriores (COMEXI).

Artículo publicado en el periódico Reforma