Fecha Publicación: 22-08-2022
Un estadista debe tener una combinación de liderazgo, propósito, preparación, visión y, sobre todo, equilibrio.
Henry Kissinger
Tiene 99 años y ha sido testigo fiel de la política internacional en las últimas siete décadas. El diplomático estadunidense —de origen judeoalemán— fue un poderoso secretario de Estado durante las ya lejanas administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford. Muchos consideran que tuvo como misión establecer una política de distensión con la entonces Unión Soviética y que fue artífice para establecer relaciones pacíficas y reanudar el intercambio comercial de su país con China. También se hizo cargo de poner fin —junto con su contraparte Le Duc Tho— al conflicto bélico en Vietnam mediante los acuerdos de paz de París de 1973, razón por la cual les fue otorgado el Nobel de la Paz ese año y que el vietnamita Tho se negó a aceptar.
La controversia ha perseguido su figura y será la historia la que dicte el veredicto final. Pero su vasta experiencia como protagonista en la alta política durante la Guerra Fría y su presencia en los pasillos del poder mundial le proporcionan una amplia visión que contribuye al debate sobre el acontecer en la esfera de la geopolítica. “Veo al mundo en el borde de un peligroso desequilibrio y al límite de una guerra con Rusia y China, sin tener la certeza de cómo va a terminar esto o a dónde nos conduce”, advirtió Henry Kissinger en una entrevista al Wall Street Journal. En este contexto, comparte que la receta no es sencilla ni el camino fácil; sugiere “la alternativa de generar opciones de diálogo entre estas naciones y no precipitarse para evitar mayores tensiones”.
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