Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales

Última actualización:
2024-03-29 03:12

CRISIS Y SEQUÍA

Fecha Publicación: 08-08-2022

Este año, las olas de calor están provocando situaciones de emergencia en diversas regiones del mundo. Por primera vez en la historia, la temperatura en el Reino Unido superó 40°C y en Portugal alcanzó 47°C. Las olas de calor exacerban las sequías, generan escasez de agua en las zonas urbanas y rurales, e intensifican los incendios que provocando muertes, desplazamientos y cuantiosos daños materiales. Sólo en España y Portugal se han registrado más de 2,000 muertes por causa de las olas de calor.

Los habitantes de Monterrey llevan meses con abasto racionado de agua y hacen filas de horas para adquirir una cantidad limitada del líquido. La sequía motivó la declaración de emergencia por la Comisión Nacional del Agua en varios municipios del norte país y en Nuevo Leon se ordenó entregar agua concesionada para uso industrial a usuarios domésticos y urbanos por causas de seguridad nacional.

Estamos acostumbrados a reaccionar hasta que llega una crisis. En las últimas 2 décadas la población de la Zona Metropolitana de Monterrey creció casi 60%, mientras que el consumo de agua por habitante superó el promedio nacional. Al mismo tiempo, la sequia ha provocado un déficit en la recarga de las fuentes de abastecimiento. La necesidad de invertir en infraestructura para diversificar las fuentes de suministro y adoptar medidas para incentivar el ahorro de agua se conocían desde hace más de una década. Sin embargo, fue necesaria una crisis para motivar la reacción de la sociedad y el gobierno. 

Irónicamente, la intensificación de sequías es provocada por los mismos habitantes de Monterrey, Ciudad de México, Guadalajara y la mayoría de las ciudades en el mundo que a través del uso de energía fósil para abastecer hogares, oficinas, industrias y transporte han incrementado las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) precursoras del calentamiento global. Más aun, la deficiente planeación territorial ha motivado un crecimiento urbano desordenado que devasta los bosques y otras fuentes de recarga de acuíferos y no regula las tomas clandestinas de agua, exacerbando la vulnerabilidad hídrica. Por si fuera poco, las bajas tarifas de agua no incentivan el ahorro, la diversificación productiva, o la inversión en infraestructura para el abasto y mantenimiento de redes.

Las consecuencias del cambio climático son inminentes. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático concluye que el aumento de temperatura seguirá incrementado la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos incluyendo sequías, y que la mitad de la población mundial es vulnerable. Para reducir el riesgo de los impactos, en necesario que los países reduzcan las emisiones de GEI en 50% al 2030 y las neutralice en 2050. Pero además, será fundamental que las poblaciones vulnerables refuercen sus medidas de adaptación al cambio climático. La ONU estima que actualmente existe un déficit de inversión para adaptación que ronda entre $280 y $500 mil millones de dólares anuales en los países en vías de desarrollo.  

México es un país particularmente vulnerable a los impactos del cambio climático debido a su ubicación geográfica, su topografía y características socioeconómicas. Una quinta parte de los municipios son vulnerables y se estima que el costo de los daños podría rebasar los $1,000 millones de dólares en 2030 tan sólo en Monterrey, Guadalajara y la CDMX. Nuestra vulnerabilidad demanda cuantiosas inversiones en infraestructura que moderen los impactos de sequías e inundaciones, así como incentivos y reglas que permitan ordenar los asentamientos humanos y las actividades productivas en función del riesgo. Es un reto que sin duda amerita una visión de prioridad nacional. 

*Enrique Lendo es ex negociador del gobierno de México en foros internacionales y experto en temas económicos y de desarrollo sustentable. @EnriqueLendo